jueves, 5 de enero de 2012
Sólo un tonto pensaría que la música surge de la nada
La música es un reflejo de un contexto socio-político y religioso, y no se puede ni debe intentar separarlo de él. Si las Big-Bands casi desaparecieron en un momento dado no fue "Porque sí", sino porque la situación económica impedía mantaner con ganancias a un grupo tan grande, y en ese momento fueron los pequeños combos los que empezaron a reinar.
Esto viene a cuento de John Coltrane. Varias veces a lo largo de estas páginas he dejado clara mi oposición a quienes quisieron convertirle en un lider religioso o en un activista político y social. Sin embargo, no podemos olvidar que es en la época de éxito de Coltrane (desde finales de los '50 al '67 en que murió), cuando se produce el estallido, la revuelta social de la población afroamericana (historia de la que hablaremos algún día, ya me estoy documentando). En sus momentos de máximo auge, cuando fueron asesinados Martin Luther King y Malcolm X, muchas cabezas negras se volvieron hacia Coltrane (y hacia Miles también, pero este era demasiado golfo), buscando un lider, un espejo, algo a lo que agarrarse; era un intento lógico pero inutil, Coltrane era un músico, y punto.
Pero, por otra parte, no podemos olvidar composiciones como "Alabama" o "Reverend King", o el álbum Africa/Brass, donde ya partiendo del título, encontramos composiciones como "África", "The damned don't cry" (los condenados no lloran) y "The underground Railway" (que era el nombre que recibía la ruta de escape que utilizaban los esclavos de las plantaciones del sur). No es sorprendente que los nacionalistas negros radicales empezaran a identificarse con esta música.
Coltrane, dado que sus intereses estaban en lo cósmico, en lo Universal, en Dios...-y en la música, claro- permanecía probablemente mucho más ajeno a la problemática racial que aquellos que veían en él un lider negro. Hubo tantas esperanzas destrozadas en los '60 (y muy primeros '70), que no es conspiranoia ver la mano de la CIA y el FBI detrás de todo esto.
"La revolución no será televisada", decía Gill Scott-Heron, y ahora estamos asistiendo al declive final, al suicidio del capitalismo, y sólo se habla de una "crisis", como si tuviera algo que ver con otras crisis. Es el final del capitalismo, pero no surgido de una esperanzadora revolución (por eso no hay TV posible) sino de una sorda desolación, así que probablemente lo que venga será peor, el ser humano ya está en la cuesta abajo de su relación con Gaia.
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